De acuerdo con la doctrina formulada por Guillermo Cabanellas, “la caducidad es el plazo que produce la pérdida de una facultad o un derecho”. Básicamente, es la extinción de un derecho por el simple transcurso del tiempo. Es decir: si no se ejerce el derecho dentro del tiempo que la ley permite, se pierde. Tan sencillo como eso.
Esto se aplica a los derechos potestativos , que son aquellos que le permiten a una persona modificar una situación legal solo con su voluntad. Es decir, si decide ejercer ese derecho, la ley lo reconoce; pero si no lo hace un tiempo, ya no podrás hacerlo.
En el derecho laboral, esto se aplica en casos como el despido justificado. Si el empleador tiene motivos legales para despedir, pero no actúa dentro del plazo establecido, caduca su derecho y ya no podrá ejercerlo. El plazo y el derecho van de la mano.
Imaginemos que un empleador solicita autorización judicial para despedir a un trabajador. El juez se la concede, pero la ley le da dos meses para ejecutar el despido desde que la sentencia queda en firme (siempre que no sea por una causa delictiva). Si se le pasa ese plazo y no actúa, no podrá despedir al trabajador con base en esa causa, porque el derecho caducó. Esto lo establecen, por ejemplo, los artículos 13 y 223 del Código de Trabajo.
La caducidad es ese efecto jurídico que ocurre automáticamente cuando se cumple el plazo. Y aquí aprovecho para explicar mejor algo importante que mencioné antes: el derecho potestativo. Ese derecho no obliga a actuar, sino que da la potestad de hacerlo o no. En este caso, la sentencia no obliga al empleador a despedir; solo le permite hacerlo si así lo decide. Pero esa decisión tiene un límite: dos meses. Si no hace nada dentro de ese tiempo, perdió el derecho. Punto.
A menudo, el problema no radica en la complejidad del derecho, sino en cómo se transmite. Es frecuente encontrar textos o explicaciones doctrinales que utilizan un lenguaje innecesariamente técnico o denso, lo cual puede dificultar la comprensión, especialmente para quienes están iniciando su formación jurídica. Esta tendencia parece responder a una concepción tradicional que asocia la seriedad del derecho con la dificultad en su exposición. No obstante, explique el derecho con claridad no lo hace menos riguroso; por el contrario, lo vuelve más accesible y útil. Con este tipo de textos, busca precisamente eso: ofrecer una comprensión práctica y directa, basada en ejemplos sencillos y en un lenguaje claro, que permita a otros estudiantes entender conceptos clave sin sentirse excluidos por un estilo demasiado formal o abstracto. Justamente por esas razones vemos este concepto de una forma más sencilla y práctica:
Don Pedro es el jefe de Juan, quien trabaja como ebanista en su finca. Un día, Juan se niega deliberadamente a usar un equipo de protección necesario para su trabajo. Esto es causal de despido, según el artículo 213, numeral 9 del Código de Trabajo. La ley le da a Don Pedro un plazo para actuar. Si no lo hace (es decir, si no despide a Juan dentro del tiempo que la ley le permite), ese derecho se pierde. Caducó. Ya no tiene base legal para despedir por ese mismo acontecimiento.
Por eso creo que es pertinente señalar que la caducidad no solo extingue la acción, sino también el derecho como tal. Cuando un plazo legal se vence y no actúa, el derecho desaparece. No hay manera de reclamarlo. No importa si la otra parte no lo menciona: el juez debe aplicarlo de oficio, porque así funciona la caducidad. Automática. Fría. Sin apelación.
Para que se entienda mejor, pensemos en algo más común:
Netflix. Digamos que te inscribe y activas una prueba gratuita por X cantidad de días. Tienes ese tiempo para ver lo que quieras. Pero una vez se acaba el período de prueba, entra a Netflix y… no puedes ver nada. Aunque sigas entrando y navegando, no tienes derecho a ver contenido. El sistema te lo va a bloquear. ¿Por qué? Porque caducó tu derecho a usar el servicio gratuito.
Pero aplicamos eso de forma sencilla al derecho laboral que nos incumbe hoy… Si un trabajador cumple la edad de jubilación y empieza a devengar su pensión, el empleador tiene un mes para despedirlo con base a eso, según el numeral 3 del artículo 213. Si deja pasar ese mes, ya no puede hacerlo por esa causa. El derecho caducó. La caducidad es clara y estricta. Si no actúas a tiempo, el derecho se pierde.
Y con este texto lo que quiero es ayudar a los estudiantes a entender este concepto de forma práctica, sin ese enredo que a veces meten los libros y las cátedras. El derecho puede y debe explicarse de forma sencilla.
“Más complejidad no es sinónimo de mayor seriedad o validez; únicamente representa una piedra en el camino del interesado.”